patologias
Los parásitos
El sistema extensivo de crianza del porcino ibérico le confiere unas determinadas características a la hora de padecer sus patologías. Estas características se derivan de las circunstancias físicas de su sistema de vida, tal y como la mayor dificultad para los contagios directos animal-animal o ecosistema-animal, o la menor protección frente a adversidades climáticas, o bien son consecuencia de su evolución en ese hábitat, como es el caso de una mayor rusticidad.
Las parasitosis del porcino ibérico son causa importante de enfermedades en esta especie animal, directa o indirectamente. Así, encontramos casos en los que la presencia de parásitos en su locus habitual, una vez roto el equilibrio parásito-hospedador, conlleva la presentación de síntomas, síndromes y lesiones, poniendo en juego la vida de éste último.
En otras ocasiones, su presencia favorece la implantación de otros patógenos, que, a su vez, son los responsables últimos de la patología que podemos observar, es decir, son causa primaria de enfermedad y con su eliminación, podemos resolver la patología que afecta a ese hospedador.
Por último, puede ocurrir y, de hecho, es frecuente que así sea, que la parasitación en distintos órganos y sistemas, de lugar a la disminución de respuesta productiva, consiguiendo auténticamente "comerse" el posible beneficio de la explotación.
En esta revisión, presentaremos aquellos endoparásitos más frecuentes del porcino ibérico, con la mayores tasas de prevalencia encontradas en los numerosos estudios epidemiológicos que ha realizado y lleva realizando la Unidad de Parasitología de la Facultad de Veterinaria de Cáceres.
Los endoparásitos de mayor importancia en el porcino ibérico son:
Coccidiosis
Es la infección producida por diversas especies de protozoos pertenecientes a los géneros Eimeria e Isospora, que afectan preferentemente a los animales jóvenes produciendo la destrucción de los enterocitos y la consiguiente diarrea.
La especie más importante es Isospora suis, ya que aproximadamente el 96% de las coccidiosis de los lechones son producidas por esta especie.
Los ooquistes de Isospora suis pueden mantenerse infectantes durante largos períodos de tiempo (hasta 10-12 meses), mientras que los de las especies de Eimeria son menos resistentes a estas temperaturas. Las especies más frecuentes encontradas en los cerdos ibéricos son Eimeria debliecki, E. scabra E. polita, E. suis y E. spinosa.
Las eimeriosis suelen ser subclínicas. Los animales enferman generalmente después del destete, y ocasionalmente pueden presentar diarrea, con heces acuosas, amarillentas, y excepcionalmente con estrías de sangre. En nuestros estudios, hemos observado que aproximadamente un 35,3% de los animales presentaron ooquistes en las heces.
Helmintosis gástrica
En el cerdo ibérico, se han identificado varios géneros helmínticos cuya localización es la mucosa gástrica. Los 3 géneros más importantes son Hyostrongylus rubidus, Ascarops strongylina y Physocephalus sexalatus.
Hyostrongylus rubidus es un parásito conocido como "verme rojo del estómago".
Es muy delgado y pequeño, que presentan esa coloración rojiza cuando está en la mucosa gástrica. Los signos y síntomas más comunes en esta parasitosis son piel y mucosas pálidas, apetito variable, anemia, anorexia, polidipsia, vómitos, gastritis y diarrea asociada con pérdida de peso.
Presencia de Helminutos en la mucosa gastrica de un cerdo iberico
Por su parte, Ascarops strongylina se le conoce como "verme grueso y blanquecino del estómago". Miden hasta 2 cm de largo, teniendo los machos la cola en forma de espiral y con espículas desiguales.
El ciclo evolutivo es indirecto, en el que intervienen coleópteros coprófagos (escarabajos peloteros) como hospedadores intermediarios. Con muy baja patogenicidad se ha encontrado en zonas de Extremadura, Andalucía, Salamanca y Zamora.
Finalmente, Physocephalus sexalatus se le conoce como "verme blanco del estómago". Morfológicamente son muy similares al anterior, si bien se diferencian, entre otras, por la longitud y forma de su apertura bucal y esófago. Presentan también ciclo indirecto, siendo los escarabajos coprófagos sus hospedadores intermediarios.
Al igual que con Ascarops spp., se le considera un parásito de baja patogenicidad, apareciendo signos clínicos solamente cuando están en alto número.
Helmintosis de instentino delgado
Ascariosis
La ascariosis porcina está originada por el nematodo Ascaris suum, conocido como el "verme grande redondo del cerdo". Pueden llegar a medir hasta 50 cm (las hembras). A. suum ha sido considerado uno de los parásitos más nocivos del cerdo ibérico, estando asociado a pérdidas productivas, mal estado general e incluso muerte.
Durante la fase de migración larvaria, es relativamente frecuente observar animales febriles, con tos y respiración abdominal. Además, en su paso por el hígado, las larvas desencadenan una fuerte reacción inflamatoria que se visualiza por las llamadas "manchas de leche".
La prevalencia encontrada en el porcino ibérico asciende al 29% de los cerdos infectados, si bien la intensidad de parasitación suele ser baja.
Hígado de cerdo ibérico parasitado por Ascaris suum, con gran cantidad de manchas de leche
Estrongiloidosis
Esta patología está producida por Strongyloides ramsoni, conocido vulgarmente como "gusano hilo" por su pequeño tamaño y su delgadez.
S. papillosus tiene un ciclo vital especial. En el intestino del hospedador, las hembras partenogenéticas (es decir, que producen huevos que se desarrollan sin necesidad de ser fecundados por un macho) producen huevos que empiezan a desarrollarse antes de alcanzar las heces. Fuera del hospedador estas larvas eclosionan y completan su desarrollo a larvas infectivas del estadio III en uno o dos días. Pueden sobrevivir hasta 4 meses fuera del hospedador. Estas larvas penetran en el hospedador a través de la piel o con la hierba o el agua.
La principal patogenia la ocasionan las larvas al penetrar la piel, sobre todo en zonas de axilas, bragada y/o interdigitales, pudiendo ocasionar enrojecimiento, a modo de petequias puntiformes, que no siempre es percibido, pero sensibiliza al animal que sufrirá, en reinfecciones, una dermatitis urticariforme, pruriginosa e incluso con pápulas.
En ocasiones, en el intestino se observan erosiones hemorrágicas o úlceras, que pueden derivar en una enteritis con diarrea, pérdida de peso, etc.
Huevo típico de Sttohgvloides en las heces de cerdo ibérico
Helmintosis de intestino grueso
Oesophagostomosis
Se le conoce vulgarmente como "vermes nodulares del cerdo". Las especies de mayor importancia en el cerdo ibérico son Oesophagostomum dentatum y O. quadrispinulatum. La elevada presencia de larvas en la mucosa puede desencadenar una severa enteritis, con hemorragias y formación de nódulos en ciego y colon.
No obstante, el descenso de la fecundidad, de la prolificidad y del número de lechones, así como de su vitalidad y resistencia se erigen como los aspectos productivos más afectados en los casos de esofagostomosis. En los estudios epidemiológicos, la presencia de este nematodo alcanza al 12% de los animales.
Adulto de Oesoplugastotuum parásito de intestino grueso de cerdo
Trichuriosis
Producida por Trichuris suis, se le conoce vulgarmente como "el verme látigo porcino", localizándose en la mucosa profunda del ciego y del colon.
En estos órganos se va a producir una inflamación catarral de aguda a crónica, pudiendo aparecer ulceraciones, petequias y un gran infiltrado celular, junto a heces mucosas, diarreicas, malolientes y a veces hemorrágicas.
Hay una pérdida del crecimiento, con bajo índice de transformación, mal aspecto de la piel y general, anorexia, vientre encogido por dolor cólico, edemas en zonas bajas del cuerpo, prolapso rectal y muerte.
Típico huevo con forma de limón de triclruris suis
Helmintosis pulmonares
Metastrongylidosis
La metastrongylosis es una enfermedad parasitaria de las vías respiratorias profundas. Los vermes pulmonares de los suinos provocan una sintomatología de carácter respiratorio, cuyo signo clínico principal es una tos seca persistente, disnea, bronconeumonía, pérdida irreversible de peso, etc.
Además han sido reconocidos como agentes potenciadores o favorecedores de otras patologías de origen bacteriano o vírico, por ello esta parasitosis tiene una considerable importancia económica debida a las sustanciales pérdidas que ocasiona en el sector porcino mundial.
El ciclo vital de Metastrongylus spp. es indirecto, esto es, incluye un hospedador intermediario, que son lombrices de tierra. La presencia de este género en el cerdo ibérico se sitúa en torno al 25%, si bien el 62% de los positivos presentaron menos de 10 ejemplares adultos en sus pulmones.
Pulmón de un cerdo ibérico infectado por mestastrongylus sp.
Acantocephalosis
Dentro del Phylum Acanthocephala, y como parásito del cerdo, destaca la presencia de Macracanthorhynchus hirudinaceus. Los cerdos se infectan al ingerir escarabajos coprófagos que actúan como hospedadores intermediarios.
El gran equinorrinco porcino habita en el yeyuno e íleon, en cuya mucosa introduce su potente trompa retraíble (probóscide) provista de fuertes ganchos que producen una lesión traumática, ante la cual reacciona con una proliferación conjuntiva, formándose un nódulo bien visible, con inflamación e incluso peritonitis generalizada.
Lesión típica producida por Macracanthorhynchus hirudinaceus en el intestino de un cerdo ibérico
En general, la prevalencia de este parásito ha descendido ostensiblemente en zonas donde la explotación porcina de ibérico se ha ido pasando a condiciones de intensividad. En 1990, la prevalencia era del 18,5% de los cerdos ibéricos analizados, mientras que en 1999 este dato disminuyó hasta el 7,5%.
La relación parásito - Hospedador
La penetración y el establecimiento de los parásitos son dependientes de numerosos factores, que difieren según la localización en el hospedador. Al penetrar, el parásito es reconocido como un agente extraño y se activan una serie de mecanismos inmunológicos que varían considerablemente.
Sin embargo, las infecciones parasitarias comparten algunas características comunes. Durante el proceso de invasión de un parásito, se produce una activación del sistema inmunitario adaptativo, en el que se ven involucradas las células T, anticuerpos, etc., y varias clases de células efectoras, tales como macrófagos, neutrófilos, eosinófilos e incluso plaquetas, que ayudan al hospedador a defenderse del parásito (Sbihi, 1996).
El control de las infecciones parasitarias es dependiente de la producción de citoquinas que activan mecanismos que limitan la invasión y supervivencia del parásito. Al contrario, las condiciones que inducen la respuesta inapropiada de citoquinas facilitan la infección y, finalmente, la exacerbación del nivel de la enfermedad.
Según Urban et al. (1996), en general, los parásitos intracelulares estimulan una respuesta de tipo I donde el Interferón-g es el activador inmune predominante.
Esta citoquina inhibirá la actividad de la IL-4 en las células B y además promueve el desarrollo de células plasmáticas para que sinteticen anticuerpos del tipo IgG2, que es considerada de mayor importancia en infecciones virales y microbianas que la IgE o la IgG1 porque es la que establece con mayor eficiencia la fijación de las proteínas del complemento (Paul, 1987)
Los parásitos extracelulares estimulan una respuesta tipo 2 que sintetiza un patrón de citoquinas que incluyen la IL-4, IL-5, IL-9 y IL-10 (Mosmann & Coffman, 1989).
En estudios de ratones, la IL-4 producida por las células Th2 inducen una población de células B para diferenciarse preferentemente en células plasmáticas que segreguen anticuerpos de los isotipos IgG1 o del tipo IgE (Finkleman et al. 1997), mientras que la IL-5 estimula la diferenciación de las células B a células plasmáticas que producirán anticuerpos del tipo IgA (Murray et al. 1987).
Con todo lo expuesto hasta ahora, la conclusión final a la que podemos llegar, es que existe una determinante relación parásito-hospedador, la cual les lleva a convivir en un equilibrio estable sin excesivos trastornos, al menos de tipo clínico.
No obstante, y basándonos en los estudios realizados previamente, podría existir una clara influencia de estas parasitaciones en el ciclo productivo de los cerdos ibéricos, con el agravante de una escasa atención por parte de los ganaderos y el veterinario, al no repercutir aparentemente, en un trastorno clínico del hospedador, como ya se ha mencionado.
Debemos conocer y luchar contra estas parasitosis que pueden destruir los sueños del buen empresario ganadero porcino, si no cuida a sus animales y somete a un control estricto a las posibles parasitaciones que les afecten.
Deberá, ante todo, conocer cuáles pueden ser las patologías parasitarias con capacidad para infectar a su ganado. Tendrá que controlar exhaustivamente las incorporaciones animales a su explotación y por último, deberá establecer un plan de tratamiento, basado, siempre que ello sea posible, en el diagnóstico de la situación sanitaria de la explotación, la foto fija del momento en lo que a parasitosis se refiere.
Normalmente, deberá utilizar los tratamientos estratégicos siempre que pueda, dejando sólo para aquellos casos que esto no sea posible, los tratamientos estacionales y siempre, elaborando un programa de profilaxis que incluya medidas de manejo, que en ocasiones, pueden, si no resolver el problema, al menos preparar el terreno para vencer en la lucha contra ese enemigo al que llamamos "parásito".
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